La apicultura urbana está ganando adictos tras el boom producido por la creación de huertos en las grandes ciudades. Los ciudadanos de las grandes urbes buscan el contacto con la naturaleza cómo y dónde sea, tratando de producir con sus propias manos alimentos más allá de los huertos que se les empiezan a quedar pequeños.
Apicultura urbana: las abejas toman la ciudad
De la prohibición al boom de un nuevo hobby
Muchos son los motivos por los cuales la apicultura urbana fue prohibida en un pasado, la mayor parte de ellos por culpa de miedos infundados. Había un gran temor sobre la pureza y la calidad de la miel urbana al desarrollarse esta en entornos contaminados, pero la concentración de fitosanitarios en las grandes ciudades es menor que en las explotaciones agropecuarias comunes, con lo cual no hay motivos para dudar de la calidad de esta miel.
Otro de los grandes motivos por los cuales se prohibió en muchos lugares fue el miedo que generan este tipo de insectos, ya sea por sus temidas picaduras o las alergias que estas puedan generar. Sin embargo, la abeja no es un animal violento y solo ataca en casos extraordinarios cuando su vida o la seguridad de su colmena se ve amenazada. Por lo tanto, es otro miedo infundado.
Pese a la prohibición de la apicultura urbana durante años, muchos detractores de esta normativa aparecieron. Durante años se practicó la apicultura en ciudades como Nueva York, creciendo en adictos que producían miel en azoteas y jardines hasta que al fin, en 2010 se legalizó esta práctica. Desde entonces, miles de ciudadanos se han unido a los ‘New York City Beekeepers’.
Más que miel
El principal producto que se obtiene de este nuevo hobby en crecimiento es una miel de ‘excelente calidad, aromática y sabrosa’ según los apicultores de Nueva York. Pero, aparte de esto, la apicultura urbana beneficia no solo a pequeños productores, consumidores y restaurantes, sino a toda la población.
Por un lado, la apicultura urbana se está convirtiendo en uno de los últimos refugios para las abejas. Desde hace años, la preocupación creciente sobre la desaparición de este emblemático insecto va más allá de la extinción de otra especie más. Las abejas son un pilar fundamental en la vida de la tierra y como dijo Einstein: si las abejas desaparecen, el hombre irá detrás. El mayor enemigo de las abejas son los pesticidas, utilizados sobretodo en la agricultura moderna. En las ciudades, la concentración de estos pesticidas es casi inexistente con lo cual aquí nuestras zumbantes amigas están a salvo.
Colmenas de diseño
Además, las abejas ayudan a polinizar las plantas de las grandes ciudades. Esto no solo beneficia a parques y jardines que renacerán gracia
s a la mejora de su medio natural, sino también a todos esos pequeños agricultores que están haciendo de las zonas abandonadas de sus ciudades, sus terrazas y azoteas, nuevos huertos ecológicos, sembrando la ciudad de espacios verd
es que consiguen conectar un poco más a los habitantes con la naturaleza.
Por último, este movimiento está creando un montón de puestos de trabajo gracias a los emprendedores verdes. Ya no hablamos solo de los apicultores que han convertido su hobby en un negocio y venden sus productos a sus propios vecinos. Existen un montón de emprendedores que han visto un nicho de negocio en esta nueva tendencia y así diseñan colmenas compactas y sencillas para que cualquiera pueda tener una en su casa. Incluso grandes compañías se han unido a esto, como la colmena de Philips que presenta un diseño de lo más futurista.
Buscando lo natural entre acero y cemento
Las actividades propias del campo están en aumento en las grandes ciudades. Personas de todo tipo se apuntan a estas actividades, sea cual sea su oficio. Abogados, empresarios, profesores, banqueros… las asociaciones de apicultores están en crecimiento desde San Francisco a New York, aunque las grandes colmenas están en Europa y Paris es un gran ejemplo de ello.
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